Alejandro Espinoza
Metaphoric Bombs to Destroy a City / Bombas metafóricas para destruir una ciudad
This will be the first exhibit of a Bruno Iris Piece.
Bruno Iris is the artistic name of one Uryuvkos Abramoff. Born in 1970, he’s part of the Third Generation of Russian immigrants who settled in the mediterranean region of Baja California.
In his youth and early adulthood, Bruno Iris became a Conceptual artist, creating a series of pieces inserted in different sections of the rural and urban area, alternatively inspired by the Collective Actions Group (also m known as the Moscow Conceptualists) and Russian Cosmism, a sort of spiritual-futurological philosophy that originated during the Revolution to conquer outer space.
In his wanderings up and down the peninsula (documented in a posthumous book, entitled The Bruno Iris Diaries) this enigmatic artist could easily flow in the currents and images of the everyday; he was recognized by many as this destitute figure who seemed to be everywhere, a peculiar character, telling everyone he met about his ability to travel in time. He jumped between different time-space frames, as an exercise in what he called “a moral and political reinforcement of the human spirit.”
No one has seen him as of late, apparently vanishing forever.
Among the pieces he left as residues of his presence, we found Metaphoric Bombs to destroy a City. A photographic series dating from 1986 but supposedly taken in the future (that is, in our present time), in which we see a series of “metaphoric bombs” (little red boxes) subrepticiously placed on different locations in the city of Mexicali.
Each one of these boxes has a powerful explosive, so strong, in fact, that its collective detonation would practically overturn the territory, completely burying the entire geography. A city covered by the sand in which it was built.
According to the instructions, these bombs could be detonated at any moment, having a delicate sensor that could register either the thought or enunciation of a “magical phrase”, traceable on a 800 feet radius. If it happens to be a collective and unison thought or enunciation of the magical phrase, the sensors would activate.
No one knows what the magical phrase is.
Esta será la primera vez que se exhibe una pieza de Bruno Iris.
Bruno Iris es el nombre artístico de Uryuvkos Abramoff. Nacido en 1970, forma parte de la tercera generación de migrantes rusos asentados en la zona mediterránea de Baja California (Tecate-Valle de Guadalupe-Ensenada).
En su juventud y primera etapa adulta, Bruno Iris se convirtió en un artista conceptual. Creaba piezas insertas en distintas áreas urbanas y rurales de nuestra geografía, inspirado alternativamente en el Grupo de Acciones Colectivas (también conocido como los Accionistas Rusos) como en el Cosmismo, una suerte de filosofía futurológica-espiritual, originada en la Rusia revolucionaria y encaminada a la conquista del espacio exterior.
En sus andanzas por los alrededores de la península (documentados en un libro publicado a posteriori, conocido como El diario de Bruno Iris), este enigmático artista podía fácilmente fluir en el imaginario cotidiano, reconocido por muchos como una suerte de indigente que se aparecía en todos lados, un sujeto pintoresco que insistía, a cuanta persona que estuviera frente a él, que podía viajar en el tiempo. Que saltaba entre tiempos y espacios como un ejercicio de “reforzamiento moral y político del espíritu humano”.
Nadie, hasta la fecha, lo ha vuelto a ver.
Entre las piezas que dejó como huellas de su presencia, se encuentra Bombas metafóricas para destruir una ciudad. Se trata de una serie de fotografías, que datan de 1986 pero que supuestamente fueron tomadas en el futuro (esto es, en nuestro presente) en las que podemos ver una serie de “bombas metafóricas” (pequeñas cajitas rojas) en colocadas en distintos rincones de la ciudad de Mexicali.
Cada una de estas cajitas contiene un poderoso detonante, tan fuerte, que prácticamente volcaría el territorio sobre sí mismo y sepultaría por completo esta porción de la geografía. Una ciudad cubierta por la arena sobre la que fue erigida.
Acorde a las instrucciones, estas bombas podrían detonarse en cualquier momento, poseedoras de un delicado sensor que registraría el pensamiento o enunciación de una “frase mágica”, rastreable a unos 250 metros a la redonda. Si alguien en los alrededores llegase a pensarla, al unísono, el sensor se activará.
Nadie sabe cuál es esta frase mágica.